miércoles, 2 de diciembre de 2009

Estados mentales

La mente es el nexo vital entre el cuerpo y la conciencia. El individuo puede vivir con conciencia, discernimiento y confianza sólo cuando la mente está tranquila y concentrada. El yoga es la alquimia que genera este equilibrio.



En terminología yóguica, la conciencia abarca la mente, la inteligencia y el ego. La palabra sánscrita para hombre, manusya o manava, significa "alguien que está dotado con esta conciencia especial". La mente no tiene una ubicación real en el cuerpo. Es latente, elusiva y existe por doquier. La mente desea, quiere, recuerda, percibe y experimenta. Las sensaciones de dolor y placer, calor y frío, honor y deshonor, son experimentadas e interpretadas por la mente. La mente refleja tanto el mundo externo como el interno, pero, aunque tenga la capacidad de percibir objetos internos y externos, su tendencia natural es a preocuparse por el mundo exterior.

La naturaleza de la mente
Cuando la mente se halla plenamente absorbida por los objetos vistos, oídos, olidos, sentidos o gustados, esto produce estrés, fatiga e infelicidad. La mente puede ser una enemiga secreta y una amiga traicionera. Influye en nuestro comportamiento antes de que tengamos tiempo de considerar causas y consecuencias. El yoga entrena la mente e inculca un sentido de discernimiento, de modo que los objetos y los acontecimientos se ven tal como son y no se les permite dominarnos.

Cinco facultades mentales
Poseemos cinco facultades mentales que pueden emplearse de manera positiva o negativa. Son la observación y el conocimiento correctos, la percepción, la imaginación, el sueño tranquilo (sin soñar, profundo) y la memoria. A veces la mente pierde su estabilidad y claridad, y es o incapaz de usar adecuadamente sus diversas facultades, o las usa de manera negativa. La práctica del yoga nos conduce a usar estas facultades mentales de manera positiva, llevando así a la mente a un estado discernidor y atento. La conciencia, junto con el discernimiento y la memoria, se centran en los malos hábitos, que son, básicamente, acciones repetitivas basadas en una percepción errónea. Éstos son entonces reemplazados por buenos hábitos. De este modo, un individuo se vuelve más fuerte y sincero y gana en madurez. Es capaz de percibir y comprender a personas, situaciones y acontecimientos con claridad. Este mente experimentada y madura trasciende poco a poco sus fronteras para llegar más allá de la observación y la experiencia mundanas, realizando el viaje desde la confusión hasta la claridad, uno de los mayores beneficios del yoga.

Fuente: Manual de Iniciación - Yoga Iyengar

No hay comentarios:

Publicar un comentario